Que hoy yo pueda volar con seguridad y concentrar todo mi esfuerzo en realizar las fotografías que sueño, es gracias al tesón de decenas de personas que un día soñaron que sería posible. Muchos de ellos no lograron separarse de la tierra ni siquiera unos centímetros y quizás, en su día, acabaron siendo objeto de crueles burlas.
De todos aquellos errores, de cada accidente y de cada fracaso, aprendimos a volar. Jamás lo hubiéramos logrado sin ellos.
Este es mi pequeño homenaje a los que no lo lograron, a los que sin despegar jamás los pies del suelo, vivieron soñando que un día sería posible. A ellos les dedico todas y cada una de las fotografías que he podido realizar alejándome de la tierra.
Gracias.
Una vez hayas probado el vuelo siempre caminarás por la Tierra con la vista mirando al cielo, porque ya has estado allí y allí deseas volver
Leonardo da Vinci.