A contraluz, el sol se refleja rabiosamente sobre las formas de apariencia caótica que el agua dibuja en la marisma. Desde la ventanilla de la avioneta debo apretar los ojos para poder ver con tanta luz de frente. Cierro el diafragma de la cámara, adecuando la medición de luz al reflejo del agua. Los relieves y los colores desaparecen, como por arte de magia. Hasta la perspectiva se desdibuja. Sólo queda la estructura.
Lo hermoso de la geometría fractal es que se genera espontáneamente en cualquier lugar natural y a cualquier escala. La confusión es parte del juego. Si es fractal, necesitaremos una escala comparada para poder saber si es grande o diminuto, gigante o infinitesimal.
Fractal es el lenguaje con el que se expresa la naturaleza. Cuando dejemos de existir (que a este paso será pronto), las huellas de nuestra obra irán desapareciendo hasta no quedar nada. Entonces, todo sobre la tierra será fractal. Desaparecerán nuestras rectas perfectas y nuestras geometrías simples y lo arbóreo, lo ramificado, ese caos armónico y hermoso, volverá a cubrirlo todo. Pero ninguno de nosotros estará aquí para poder verlo.
Se trata de una fotografía aérea de la Isla de Enmedio, la Reserva Integral, salvaje y laberíntica, de las Marismas del Odiel, en Huelva.
Muchas de las personas que participaron respondiendo a mi pregunta ¿qué es?, estuvieron a punto de acertar (como @donanaparadise, por citar uno), pero lo hermoso de este juego es lograr entender que cuando la fuerza de los elementos de la naturaleza comienza a trabajar sobre algo, ya sea un paisaje o la superficie pintada de un coche, o el asiento de poliéster de un juguete, sea cual sea su escala, el resultado es similar. Es el lenguaje de la naturaleza. Es fractal.
Fotografía y texto: Héctor Garrido